Correr es una gran actividad cardiovascular, ideal para mantenernos en forma y, de paso, hacerlo al aire libre, disfrutando de la naturaleza y de unos preciosos momentos dedicados a querernos un poco y hacer vida sana. Sin embargo, cuando llegan el verano y la altas temperaturas es importante tener en cuenta varios aspectos para que no se convierta en una actividad que ponga en riesgo nuestra salud. El calor provoca una mayor sudoración y, por lo tanto, que nos deshidratemos más rápido. Queremos darte una serie de consejos para que estés bien hidratado en esta estación que entra mientras haces ejercicio. ¡La salud es lo primero!
Es importante escoger la hora adecuada para hacer ejercicio. Un exceso de sol es perjudicial, no sólo para nuestra piel, sino por los peligrosos golpes de calor. No hagas ejercicio al aire libre a las horas de riesgo, al mediodía, e intenta concentrar tu entrenamiento por la mañana, antes del mediodía, o por la tarde, a partir de las seis de la tarde, cuando el sol comience a caer y hayan pasado las horas de más calor.
Mientras entrenamos hay que recordar una máxima muy importante: hay que beber incluso si no tenemos sed. Muchas veces los casos de golpes de calor son repentinos y la sed aparece demasiado tarde. Bebed cada poco tiempo, aunque no sintáis necesidad, para garantizar que estáis hidratados de forma constante y que nuestro cuerpo no se desgasta.
Si estamos en mitad de un entrenamiento, lo ideal es beber pocas cantidades de agua, pequeños sorbos. Cuanto más larga sea nuestra sesión tendremos que plantearnos hacer algún receso más importante y beber de una sentada cantidades más grandes de agua, como un vaso. Si queremos, además, podemos combinar el agua con bebidas isotónicas de sales, aunque conviene no abusar de ellas ni tampoco basar toda nuestra hidratación en ellas. Los zumos de cítricos, especialmente los limones, son también una buena alternativa ya que, además, son buenos quitando la sed y sacian mucho.
También recordaros que, por mucho calor que haga, no conviene beber líquidos demasiado fríos, ya que la diferencia de temperaturas nos puede sentar mal. Es mejor consumir bebidas frescas, que quiten el calor, antes que heladas, que pueden acabar por hacernos daño y afectar a nuestra salud.
Por último, no olvides la hidratación después del entrenamiento. Es importante que cuando termines tu actividad física sigas bebiendo líquidos, ya que es en ese momento cuando la hidratación es más importante. Este también es buen momento para comer alguna pieza de fruta jugosa, que nos aporte energía y nos ayude con la recuperación.
Además, recuerda que el cuidarse no termina y acaba con el ejercicio físico. La correcta hidratación debe ser una prioridad en nuestros hábitos de vida sana. Un día normal deberemos ingerir unos dos litros de agua como mínimo, cantidad que sube a los tres si hemos hecho algún tipo de entrenamiento. Una buena hidratación de base mejorará nuestro rendimiento y estaremos más sanos.